…y ahora Black Friday

Balck Friday, Black Friday, Black Friday… llevamos varias semanas ya de continuo bombardeo publicitario.

Lo que hace apenas dos o tres años era algo desconocido goza hoy de total aceptación. Volvemos a dejarnos influenciar por los Estados Unidos convirtiendo en producto patrio costumbres ajenas con clara finalidad mercantilista. 

Si bien, un descuento nunca nos viene nada mal. Es actualmente una forma de anticipar las compras navideñas y exprimir aun más si cabe las menguadas bolsas de los ciudadanos.

¿Qué es exactamente el “Black Friday”?   

El “Black Friday”, o viernes negro, es una estrategia comercial consistente en ofrecer a los clientes importantes descuentos sobre el precio habitual de los productos incrementando con ello el volumen de ventas de un negocio.

Sin perjuicio de la finalidad pretendida por cualquier campaña promocional o de rebajas, el Black Friday consigue adelantar a Noviembre el inicio de las compras de Navidad.

Se celebra el viernes (Friday) siguiente al jueves de Acción de Gracias, fiesta familiar americana por excelencia.

El término Black Friday se acuñó en Filadelfia en 1961 para describir el denso tráfico de vehículos y personas que abarrotaba las calles el día siguiente a Acción de Gracias, popularizándose poco a poco hasta extenderse y consolidarse en el resto de estados americanos.

Otra acepción, del término Black Friday, es la que utiliza el color negro (black) para describir el saldo positivo de las empresas tras el importante volumen de ventas de ese día, cuyas cuentas dejan así de estar en números rojos.

Sin perjuicio de las buenas prácticas comerciales de muchos de los establecimientos que se unen al Black Friday, no todos siguen la norma. En ocasiones, lo que se nos oferta como descuento puede no serlo o convertirse en un auténtico abuso fraudulento.

Black Friday y las prácticas desleales que podemos encontrarnos

Entre ellos,

  • subir el precio del producto días antes para llegado el día de la promoción reducirlo a su precio habitual;
  • abaratar el producto aplicándole un descuento mínimo referenciado a un precio anterior muy superior al real;
  • inundar tiendas y escaparates con carteles de descuento cuando no todos los productos están rebajados;
  • vender como mercancía novedosa productos de la temporada anterior;
  • no aceptar devoluciones, etc.

Lo cierto es que en muchos casos no existe beneficio alguno para el comprador. Absorto en una histeria de rebajas colectiva cree estar comprando a precio de saldo cuando realmente lo está haciendo al precio de siempre.  

¿Qué piensan los clientes del Black Friday?

Según una encuesta de 2016 realizada por Facua-Consumidores en Acción, sobre un total de 11.212 usuarios,

  • el 83% de los encuestados piensa que la mayoría de las empresas que se unen al Black Friday oferta falsos descuentos en gran parte de sus productos;
  • el 10% que estas irregularidades son cometidas por la mitad de las empresas;
  • el 6% que son muy pocas las que ofertan falsos descuentos;
  • y sólo el 1% cree que ninguna incurre en estas prácticas abusivas.

Son resultados prácticamente idénticos a los obtenidos en años anteriores, y como en toda encuesta, los sondeados respondieron en base a sus propias experiencias personales.

Por todo ello Facua aconseja a los consumidores que sean prudentes durante el Black Friday y tengan en cuenta tres premisas fundamentales antes de hacer sus compras:

  • si el producto es necesario;
  • si, no siéndolo, representa un capricho asumible;
  • y, en cualquier caso, si el precio es razonable.

Conclusión

Hagamos caso a la asociación. Está en nuestras manos no ser víctimas de un fraude.

Estudiemos la oferta con tranquilidad, no hay prisa, y leamos detenidamente la etiqueta, las características del producto y las condiciones de compra.

No olvidemos que el establecimiento está obligado a aceptar las devoluciones.

Si el producto tiene algún defecto, sea cual sea el descuento aplicado, seguirá teniendo una garantía de dos años a cargo del establecimiento. Y si lo hemos adquirido por internet podremos devolverlo, sea cual sea el motivo. Si el artículo es defectuoso la empresa debe asumir los gastos de envío.

Seamos prudentes si no queremos salir escaldados y no dejemos que nos den gato por liebre. Nadie da duros a tres pesetas. Cualquier descuento, por grande que sea, siempre va a reportar beneficios a la empresa. Procuremos que no sea a costa de nuestros bolsillos.

Y si llegado el caso se pretende la devolución porque el producto no satisface las expectativas y el vendedor se niega o pone trabas, además de las hojas de reclamaciones y queja, conviene consultar a un equipo de abogados formado y especializado. Ibáñez Asociados puede ayudarle.